Edad, género, gustos, origen, profesión, características personales…. Son multitud las cosas que nos diferencian, que nos hacen diversas y dan color a nuestras vidas. ¡Qué aburrido sería que todas las personas fuésemos iguales! Ocurre que a veces estas diferencias son fuente de miedos, conflictos o malos entendidos y se generan muros invisibles que no permiten que nos acerquemos y nos lleguemos a conocer.
Aun así, tenemos algo en común, todas transitamos nuestras vidas por el mismo barrio, en el que desarrollamos nuestro día a día, en el que reímos y lloramos. El barrio es ese espacio físico y emocional que nos da identidad, en el que cubrimos (o luchamos por cubrir) nuestras necesidades más básicas de alimentación, afecto, sentido vital, educación y sanidad. En definitiva, es el espacio en el que buscamos la felicidad. Para algunas un lugar de paso, para otros, lugar de arraigo definitivo, pero, sobre todo, es nuestro lugar común, de encuentro y relación, aquí y ahora.
De estas ideas surge la iniciativa “Historias del Barrio”, buscando generar encuentros improbables entre personas diferentes para tender puentes y hacer más fáciles de saltar los muros invisibles.
Hoy hemos vuelto a recuperar algo que nos quitó la pandemia en el 2020.
Los ingredientes empiezan a cocer a fuego lento y desde la diversidad, empezamos a conectar con lo que nos une, primero el barrio y, vencidas las vergüenzas iniciales, con multitud de otras pequeñas cosas de nuestro día a día, generando alianzas y buenos momentos y haciendo más suaves las aristas de la diferencia.
Y tú, ¿Te animas?
